Son copias defectuosas o son monstruos.
Piernas y brazos cortos. Tronco breve.
Torpes de movimiento. Desgarbados.
Rostros despreciativos. Traicioneros.
O deformes embriones. Repulsivos.
Con ojos rencorosos. O rastreros.
O fríos. Crueles. Torvos. Despiadados.
La burda imitación de un hombre adulto.
Y los hay recelosos. Y cobardes.
Y ambiguos. Feminoides. Y atontados
que siguen enganchados a las madres.
Son copias de otras copias de un modelo
diseñado en origen toscamente
y lanzado de prisa y sin pulir
sin un estudio previo de marketing.
Sin excepción incordian. Y hasta algunos,
como pequeñas bestias a una presa,
saltan sobre el que está desprevenido.
Son monstruos. Inconscientes, retrasados
mentales, con defectos de estructura
que no podrán salvar pasado el tiempo.
Basta mirar en torno y comprobarlo.
Las niñas, sin embargo, son minúsculas
muestras de gracia, bellas, exigentes...
Coquetas de apariencia de ángel tímido.
Feliz remedio de muchacha adulta.
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