La trama no ocupa el lugar principal, sino las actitudes, reflexiones, decisiones, de los personajes.
Es una novela en la que el deseo está constantemente presente. Para mí le sobra testosterona, pero me ocurre con muchos libros y el propio Marías reconoce que generalmente las escenas de sexo en la literatura son penosas.
Lo que me ha resultado más interesante -y me hubiera gustado que tuviera aún más espacio en la novela- es el dilema de saber o no saber. Si realmente queremos saber y cuáles son las consecuencias del conocimiento. Uno de los personajes principales reivindica su derecho a no saber y este aspecto es el que más me ha interesado de todo el libro.
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